A la lamgen Chilpila de Kütxalko

La primera vez que escuché esta historia tenía 16 años. Me la contó Carlos, un viejo amigo historiador, en la mesita de su biblioteca, mientras compartíamos un whisky. Los rumores decían que aquella era la segunda biblioteca más grande de la región. Lo cierto es que en ella tuve la oportunidad de hojear ejemplares originales de los primeros periódicos ácratas del sur del sur, publicados en las primeras décadas del siglo XX, y deleitarme con su arte: ilustraciones, poemas, diálogos teatrales. Ahí también hojeé las acuarelas de Hitler y descubrí sus pretensiones artísticas, antes de leer sobre ello en Respiración Artificial de Ricardo Piglia, 10 años después. Y pude ver, desplegados sobre la mesa, todos los elementos silvestres con que yaganes y selk’nams fabricaban los pigmentos para colorear sus cuerpos. Todo, además de escuchar infinidad de historias.

Ésta es una historia sobre el arte.

A finales de 1786 José de Moraleda y Montero desembarcó en la Isla Grande de Chilwe, en el transcurso de sus exploraciones geográficas e hidrográficas en beneficio de la empresa cartográfica imperial. Uno de los objetivos de dichas exploraciones era encontrar la Ciudad de los Césares, con miras a confiscar su plata y su oro. En Chilwe, Moraleda quiso tomar algunos indios para sumarlos a su tripulación y después, tal vez, venderlos en Perú como esclavos para la explotación de minas de plata. Para esto se presentó ante los nativos como un mago y realizó algunos trucos. Hizo aparecer y desaparecer cosas, pero no sorprendió a nadie. Anonadado preguntó a los isleños por qué no les atraía su magia, a lo que un joven williche respondió que no había hechicero en la isla que no hiciera tales demostraciones. Ante esta respuesta José de Moraleda exigió que le trajeran al hechicero más poderoso de la isla para batirse con él en un duelo. El reto voló de boca en boca, y al poco rato Moraleda recibió como respuesta una cita: lo esperaban en la pequeña rada de Kurako, al interior de la isla de Kinchao. Hacia allá llevaron sus naves los españoles y, para sorpresa de Moraleda, una anciana mujer lo esperaba plácidamente en la playa como contrincante. La Chilpila aceptó batir con Moraleda su arte, siempre y cuando los españoles se retiraran con sus naves en el caso que fueran derrotados. No sabemos si Moraleda tuvo la oportunidad de mostrar sus gracias. Pero cuando fue el turno de la Chilpila ella cantó con una voz tan profunda que llenó el tiempo y el espacio y lo puso todo a vibrar, también danzó tranquilamente con sus brazos y manos, y cada tanto levantó su falda para enseñarle su kutxi a la mar. Esto tenía espantado a Moraleda. Pero más se espantó cuando notó que los gestos de la anciana estaban haciendo retroceder poco a poco a la mar, hasta que la flota del español encalló en seco. Moraleda se rindió y pidió compasión. Y le ofreció un obsequio a la anciana williche, un libro donde según él se hallaban contenidos todos los secretos del arte mágica occidental. La Chilpila aceptó el obsequio, volvió a poner los  barcos a flote y les pidió que se marcharan.

Humillado por su propia prepotencia racista y misógina, al ser vencido por una india vieja e “inculta”, José de Moraleda no escribió nada sobre su duelo con la Chilpila en su informe. En cambio describió a los curanderos williches como ridículos y miserables, y al resto de los isleños como idiotas:

Yo deseé presenciar una consulta de estos miserables fanáticos pretendidos adivinos, pero no lo conseguí, porque me creían a mí más machi, adivino o brujo que todos ellos

Esploraciones jeográficas practicadas por Don José de Moraleda i Montero, alférez de fragata i primer piloto de la armada. Anuario Hidrográfico de la Marina de Chile. Valparaíso. 1887.

El libro que recibió la Chilpila pasó a ser conocido como el Libro de Arte, y sobre la lectura williche de este libro se fundó la organización conocida como La Recta Provincia, que resguardó el libro en la Cueva de Kikafi. La organización prosperó como un autogobierno que desafiaba en los hechos la soberanía nominal del Estado, hasta su desarticulación iniciada en 1880 a través del proceso por asociación ilícita conocido como el Juicio a los Brujos de Chiloé.

Algunos esoteristas fantasean con que el libro que obsequio Moraleda a la Chilpila es tal o cual grimorio medieval… Rodeados de libros, envenenado por el whisky barato, mi viejo amigo me confesó que el libro en cuestión era la Biblia.

Imagina a los hechiceros williches, analfabetos, enfrentándose a un libro como la Biblia. Tal vez la versión de la Biblia que cargaba Moraleda era distinta a otras versiones que circulaban en la época. Probablemente, sí él la usaba como estudiante de magia, su ejemplar de la Biblia tuviera algunas notas al margen. Quizá, atravesando los mares se hubiese accidentado con una que otra mancha. Imagina a los brujos haciendo otras anotaciones al margen de la Biblia, no sólo con los aprendidos caracteres latinos, sino con símbolos ancestrales williches. Imagina a los brujos manchando el libro con decoraciones de sangre, lágrimas, saliva, semen. Imagina a las brujas arrancando y agregando páginas.     

Después de todo, la Biblia no son más que un montón de libros, con cuentos y oraciones, modificados una y otra vez en el transcurso de sus transcripciones, establecidos monolíticamente sólo por la violencia de los hechos.

El obsequio que los nativos recibimos con nuestra victoria sobre la cartografía imperial fue el artificio libro, la técnica, el arte de hacer y deshacer libros. Después de todo Biblia no significa más que ‘libros’.

“Hacemos libros para minar la autoridad del libro”, dijo una vez en una entrevista uno de mis compañeros de (s)edición.

Lluvia dorada, por Daniela Tapia

 

A la ummissiesin Yelda Paterson

El primer libro que hicimos fue una edición artesanal de mi traducción al castellano de Earth Inferno de Austin Osman Spare. Publicado en 1905, cuando el artista inglés apenas cumplía los 18 años, el libro de ilustraciones, poemas y aforismos, presenta por vez primera los conceptos de un arte mágica aprendida de su maestra Yelda Paterson.

Hitler, quien fuera un joven aspirante a artista que intentaba vender sus acuarelas en un café de Praga, ya en el poder, le solicitó a Austin Osman Spare un retrato. A lo que Spare se negó, respondiéndole: “Sí tú eres el superhombre, déjame ser por siempre un animal”. El 10 de mayo de 1941 la fuerza aérea alemana bombardeó el departamento de Spare en Londres, destruyendo toda su obra artística, dejándolo sin hogar, y con los brazos heridos. Esto me recuerda a la desaparición forzada de David Silberman en Chile, no porque Silberman haya sido un artista, sino porque el ego de los tiranos no soporta que se les enrostre su banalidad.

La maestra de Spare, Yelda, era heredera de un aquelarre de brujas de ascendencia nativoamericana, Narragansett, que  logró escapar de los Juicios de Salem en dirección a Europa. La coincidencia de ciertas prácticas brujeriles legadas por Yelda con prácticas atribuidas a los brujos chilotes y con prácticas también documentadas en Mesoamérica, así como la diseminación y adaptación de plantas de poder ancestrales a lo largo del continente, hacen suponer que en tiempos prehispánicos existió en Abya Yala una amplia red de Escuelas de Arte o que, al menos, el intercambio de conocimientos y la transculturalidad fue más fluida de lo que se ha pretendido hacernos creer.

El linaje de Yelda escapó del fanático inquisidor Cotton Mather, quien estaba empeñado en desarticular la influencia y el poder de las comunidades indígenas y africanas sometidas, persiguiendo a sus mujeres y hombres de conocimiento. Pero Mather simultáneamente expropiaba estos conocimientos. Su padre fue presidente de Harvard, y él uno de sus primeros graduados. Así, hizo uno de los primeros experimentos registrados por Occidente en hibridación de plantas, luego de aprender la técnica de los nativoamericanos. Y también promovió la práctica de la inoculación de la viruela como medida de inmunización, luego de que su esclavo Onesimus le enseñara cómo lo inocularon cuando niño en África.

La deliberada intención, de los colonos fundadores de universidades, de degradar (y a la vez expropiar) los conocimientos y sabidurías nativas, es una constante a lo largo del continente. Claudio Matte, hijo de banqueros, Ministro de Relaciones Exteriores, Culto y Colonizaciones y uno de los primeros en ocupar el cargo de Rector de la Universidad de Chile enseñó a generaciones de chilenos a leer con un silabario de su autoría que afirmaba que los mapuches no saben contar.

Y. Patterson & A.O. Spare, por Jess Dibruja

 

Parirás con placer y la Tierra te compartirá sus frutos

Con la publicación de la obra sobre cultivo natural del sabio japonés Masanobu Fukuoaka y la obra de anarqueología ginecosófica de Casilda Rodrigañez podemos decir que nuestra primera tarea literaria está ya realizándose. A saber, la misión desevangelizadora de librarnos de la condena bíblica del Génesis (3:16-19).

Así las cosas podemos continuar profundizando en nuestra segunda tarea: promover antiguas nuevas formas de leer y de escribir la vida. Aun cuando el cultivo natural de Fukuoaka ya es una forma de escribir directamente sobre la Tierra, tejiendo nuestras relaciones con las formas de vida que nos nutren, y las teorías de Casilda ya son propuestas de una nueva escritura del tejido social, escritura de carne, hueso y deseo.

Texto significa tejido.

Parto, Paula Cortés de la Fuente

 

Hacemos libros para minar la autoridad del libro… y para intentar nuevas formas de leer y de escribir la vida

Debido a los fundamentos racistas y misóginos del conocimiento académico y universitario, el Colectivo Editorial Nihil Obstat se sitúa al margen de la academia.

Si alguna teoría o conocimiento llegará a revolucionar la vida social y la cultura, si emergerán los tan anhelados nuevos paradigmas, estos no provendrán del mundo universitario ni científico, siempre finalmente cómplices del statu quo, sino de las comunidades e individualidades que experimentamos al margen de las formas impuestas, de la Jineology en Kurdistán, de CIDECI-UniTierra en Chiapas, y de la rigurosidad de nuestras propias investigaciones y experimentaciones.

Por supuesto, Claudio Matte, el racista rector de la Universidad de Chile, perteneció a la misma familia Matte que participó de la Conspiración de Chicago gestada en la Cofradía Náutica del Pacífico Austral, y que resultó en el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, los 16 años de dictadura, y la actual democracia tutelada.

A menudo Claudio Matte es celebrado como un filántropo por su empresa alfabetizadora, la que no sólo consistió en la publicación de su silabario, en la presidencia de la Sociedad de Instrucción Primaria y en la propulsión de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, sino también en la inversión privada para la construcción de varias escuelas. Hoy es necesario revisar las intenciones detrás de las elogiadas figuras liberales de la historia. Retratados como héroes en una lucha contra los dogmatismos del clero, a menudo se trató más que nada de socavar algunos vínculos tradicionales (como los del hombre con la tierra, o con los otros hombres) que la Iglesia aún cuidaba y que resultaban un estorbo para el proyecto liberal. Así, el proyecto liberal de Matte requería de trabajadores alfabetizados. Pero ya alfabetizadas las masas fue necesario, para la misma familia Matte, poner límites al alcance de la alfabetización, con una dictadura célebre por su censura y quema de libros.

La dictadura, con el yerno de Pinochet a la cabeza de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), facilitó a la industria forestal de las familias Matte y Angelini la apropiación ilegítima de  territorios ancestrales del pueblo mapuche, al que Claudio Matte degradara en su silabario. Que fuera un árbol cuidado y cultivado por los mapuche -el boldo- el que aliviara los cólicos hepáticos que Claudio Matte creyó acabarían con su vida, no fue suficiente para que se sintiese agradecido ni de los mapuche ni del bosque, ni menos para que transmitiera esta gratitud a sus descendientes. Son por eso desgraciados. Reescribiendo autoritariamente el territorio en una geografía de monocultivos de pinos y eucaliptos, borrando hectáreas de bosques nativos junto a la sabiduría ancestral que podía leerse en ellos. Con la pulpa explotada en estos monocultivos CMPC, la papelera Matte, se transformó en la principal exportadora de pulpa de papel de periódico para Latinoamérica. Por supuesto, en este mismo papel también se imprimen los periódicos de los monopolios comunicacionales que participaron de la conspiración que produjo y sostuvo la dictadura, en especial el Mercurio S.A.P. Así, en un mismo movimiento, se reescribe autoritariamente el territorio, la cultura y la sociedad, en un país que hoy tiene el más alto impuesto al libro a nivel mundial, y dónde una única empresa tiene el monopolio de la distribución a nivel nacional del material impreso, decidiendo cuáles son los mensajes que se comunican a lo largo del país y cuáles no, con criterios mercantiles que ocultan sus fundamentos genocidas y autoritarios.

Es por esto que pensamos que todo proyecto de edición libertario situado en este territorio debe plantearse activamente contra la industria forestal que produce los papeles sobre los que imprimimos y a favor de la restitución de sus tierras ancestrales al pueblo mapuche, pero también activamente a favor de las iniciativas permaculturales que posibiliten por un lado regenerar los suelos degradados por la industria forestal, y por otro establecer nuevas relaciones de nutrición que nos permitan fabricar el papel sobre el que continuar imprimiendo libros, no sólo en beneficio de las comunidades humanas sino de todas las especies con las que compartimos la Tierra, mientras sea necesario. Nuestra propuesta en este sentido es el permacultivo rotativo, en zonas áridas, de la noble y ya completamente cosmopolita planta del cáñamo, que además de ser capaz de proveer una excelente pulpa de papel y otros buenos materiales, ha significado un invaluable aporte en otros aspectos de la cultura humana que van desde el arte y la filosofía hasta la medicina. Lamentablemente la llamada Guerra contra las Drogas propulsada por el gobierno de Estados Unidos ha degradado y continúa degradando las relaciones de los humanos con esta noble planta. 

Como es de esperar, el Consejo del Libro y la Lectura, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, niega la realidad de estos problemas, presentando en su Política Nacional de la Lectura y el Libro 2015-2020 un ecosistema del sector del libro y la lectura en un plano igualitario, que representa en un mismo nivel a los fabricantes de papel, los medios de comunicación y los lectores; pretendiendo promover la inclusión de los “pueblos originarios” y la “sostenibilidad”.

No creemos que sea posible y ni siquiera deseable erradicar a los eucaliptos y pinos del territorio ocupado por el Estado de Chile, esto sería actuar como el racista que culpa a los inmigrantes de los problemas en su terruño. Pero sí que es posible y deseable acabar con los monocultivos y la explotación forestales. Esto es lo que leemos en la materia misma de los libros que imprimimos, en la pulpa de los árboles que exigen su liberación.

 Hacemos libros para minar la autoridad del libro, y para intentar nuevas formas de leer y escribir la vida, directamente sobre la Tierra, en nuestro propio tejido social.

En una entrevista titulada Siete preguntas a Vicente Huidobro, publicada en el Frente Popular el 16 de enero de 1937, ante la pregunta “¿Cuál es la obra que más le ha interesado en este último tiempo?”, el célebre poeta respondió: “La Revolución Española. La obra que está escribiendo el pueblo español […]. Esta obra maestra no perecerá tan fácilmente entre las llamas de los fascistas internacionales, tan acostumbrados a ese sport de quemar obras maestras”.

Quienes saben escribir de verdad no pretenden hacer literatura

Li Zhi

Hacemos libros para minar la autoridad del libro, por Camilo Jerëz

 

Cumpleaños feliz, te deseamos a ti

Durante una entrevista sobre copyright y comunización de la obra de arte mi entrevistador se sorprendió de que a pesar de nuestra informal organización nuestro colectivo editorial se mantuviera por tantos años. Las otras iniciativas que estaba investigando contaban con una mayor formalidad, pero desaparecían rápidamente. Creo que esto es posible gracias a nuestro amor al arte. Siempre seremos amateur.

Terminamos un septenio y, según ciertas supersticiones numerológicas a las que adscribimos por conveniencia para efectos de este comunicado, estamos cerrando un ciclo y empezando una nueva etapa de desarrollo.

Queremos en este nuevo septenio seguir publicando textos que fomenten la autonomía, pero con especial predilección por aquellos textos que puedan aportar elementos para una teoría (crítica) del Estado, y de este modo colaborar con las experiencias libertarias de descolonización que proliferan a lo largo del continente, caminando hacia la restauración y recreación de nuestra red de “Escuelas de Arte”.  Yafütuaiñ taiñ wirintukun.

Pero para poder llevar a cabo esta tarea necesitamos el apoyo de nuestros lectores. Como todo proyecto de autonomía nuestro Colectivo se ha tenido que enfrentar al orden imperante, y, en este enfrentamiento, por falta de estrategias y cálculos adecuados, la sostenibilidad de nuestro proyecto se ha puesto en peligro, nuestras máquinas se estropean, y nos vemos obligados a vender nuestro trabajo y no dedicárselo como queremos a nuestro Colectivo Editorial.

Por esto, hemos decidido estratégicamente descontinuar algunos títulos, y reeditar una selección de nuestro antiguo catálogo en ediciones de mejor calidad. Estas reediciones tendrán precios más elevados que los de costumbre, ya que queremos costear no sólo los gastos de cada edición sino también sostener nuestra labor como Colectivo Editorial, y así poder seguir aportando textos inéditos a la bibliodiversidad.

El trabajo de sacar a la luz un libro a escala humana es invisible, y por lo tanto no muchos lo valoran, desde la transcripción, a veces la traducción, la investigación, los viajes, la diagramación, hasta la fabricación, difusión y venta. Y todo esto resulta aún menos valorable cuando con unos cuantos clicks puedes bajar un libro de internet e incluso imprimirlo en tu hogar. Sin embargo, no por esto dejaremos de liberar nuestro trabajo en la red, como hemos hecho hasta ahora, una vez recuperados los costos de cada edición o cuando lo estimemos conveniente.

Si el alza de precios de nuestros libros los vuelve inalcanzables para algunos de nuestros antiguos fieles lectores, alentamos en ellos la adquisición colectiva de nuestros títulos, favoreciendo las lecturas comunitarias. También, después de siete años donando nuestros libros a centros sociales y bibliotecas autogestionadas a lo largo de Chile, solicitamos ahora su apoyo en la adquisición de nuestras nuevas ediciones.

Nuestros tirajes son pequeños. Y no es sólo que descansemos en la licencia de reproducción de nuestras ediciones, el Creative Commons, las licencias tipo copyleft y el copyriot, para que otros continúen la tarea propagandística. Es que no pretendemos afectar la vida social con impresiones masivas de propaganda. Nuestros tirajes son pequeños y cuidados porque son para nuestros amigos (por esto hemos escogido A nuestros amigos como el primer título de la serie de reediciones). Intentamos que nuestras ediciones afecten nuestro medio no por la profusión de su dosis, sino por su resonancia y contagio, como el ácido lisérgico o un remedio floral del doctor Bach, por su afinación en sintonía con los sustratos más profundos de nuestra sociabilidad. Confiamos en la potencia de acción de nuestros amigos.

También invitamos a los colectivos e individualidades escribiendo en afinidad con nuestro quehacer editorial a enviarnos sus proyectos de publicación, sin compromisos. Y a las iniciativas editoriales las invitamos a hacernos propuestas de coedición, serán muy bienvenidas. Nuestra experiencia con Viejo Topo en la coedición de El pacifismo como patología y otros escritos fue enriquecedora, y seguimos abiertos a esta posibilidad.

Gracias

Ayün ka Weichan

Feliz cumpleaños, por Pablo Delcielo

 

El (s)Editor Siniestro

Wüñoy Txipantü, 2017